Eduardo y Vanesa buscaban una boda que reflejara fielmente su identidad y su historia compartida, integrando diversas temáticas en una experiencia coherente y emotiva.
Diseñé una invitación en formato de juego de mesa personalizado, que rinde homenaje a un recuerdo familiar muy especial y que invita a los asistentes a participar activamente desde el primer momento. Cada casilla representaba una mesa nombrada según sus juegos favoritos, en las que sus apodos cariñosos —Croqueta y Albóndiga— fueron ilustrados y adaptados como personajes que guiaban a los invitados a lo largo de la celebración.
La señalética y la ambientación contribuyeron a crear un recorrido visual y narrativo, lleno de detalles cuidados que unificaban los diferentes universos temáticos presentes en la boda. Elementos como el Candy bar inspirado en el mundo de Harry Potter aportaron un toque mágico, reforzando la atmósfera personalizada y emocional del evento.
Este proyecto fue un ejercicio de branding aplicado al diseño de eventos, logrando una celebración auténtica, memorable y profundamente conectada con la pareja, donde cada detalle contribuyó a una experiencia única para todos los asistentes.